El jefe del Consell, Ximo Puig, ha aumentado la actividad de partido en las últimas semanas. Después de reunir el consejo territorial del PSPV, ha celebrado un acto con la vicepresidenta Teresa ribera en Alicante, ha puesto en marcha una campaña para difundir los presupuestos de la Generalitat de 2021 (después de la bronca con la vicepresidenta y líder de Compromís por las cuentas de su departamento) y el próximo fin de semana presidirá un acto en recuerdo del exministro Ernest Lluch en los 20 años de su asesinato por ETA.

La maquinaría del partido gana velocidad pese a la situación de pandemia, después de que algún dirigente deslizara en privado que estaba abandonado y cuando el ecuador de la legislatura se aproxima: será a finales del mes de abril.

Este último dato significaría en circunstancias normales que el segundo mandato del Botànic ya ha adquirido velocidad de crucero y, por tanto, margen para fortalecer la vida de partido.

La emergencia sanitaria, sin embargo, convierte el momento en especial. Pero aún así, Puig pisa el acelerador a la vida del PSPV porque el congreso de país debe ser en 2021 y ha empezado a invertir tiempo y atención al partido para intentar una reelección tranquila. Sabe que no le interesa un congreso conflictivo (como el de 2017, cuando compitió con Rafa García) ni desde el punto social ni institucional, señala uno de sus colaboradores.

Significa que una pelea interna por el poder casi aún en proceso de salida de la crisis del coronavirus sería difícil de entender por la ciudadanía. Y que un conflicto por el liderazgo en el PSPV cuando el president de la Generalitat está pidiendo unidad a las fuerzas políticas y sociales cuestionaría esta política.

En el contexto está además la tensión que desde final de octubre se arrastra con la líder de Compromís y que no se ha reducido hasta la fecha. Es un factor adicional para tener al partido activo, señalan en el entorno de Puig.

La intensificación de la agenda de partido elimina, por otra parte, las dudas, si quedaban, a la voluntad del jefe del Consell de optar a la reelección como secretario general (y candidato posterior a la Generalitat). Puig lleva en el cargo desde 2012.

La dirección socialista valenciana es optimista sobre un congreso «pacífico». La situación entre Puig y Pedro Sánchez no es la de entonces. El líder del PSOE hoy es presidente del Gobierno y, aunque el pasado con Puig es el que es, este es en la actualidad el mandatario de la principal autonomía gobernada por los socialistas y un aliado en las políticas desplegadas desde la Moncloa, a diferencia de otros barones.

Lo dijo el ministro valenciano, secretario de organización del PSOE y cabeza principal del ala que disputó el liderazgo a Puig en 2017 en una entrevista en À Punt en septiembre. «Lo que está bien no hay por qué cambiarlo», afirmó José Luis Ábalos. En algunos círculos de la corriente abalista podría detectarse interés por competir por el liderazgo, pero al final todo dependerá de la decisión y los pactos en las alturas.

La aceleración de la vida de partido también se relaciona con la necesidad de explicar políticas y mensajes a la militancia en un momento de mucho ruido.