Era una de las incorporaciones más esperadas para la cuarta temporada de The Crown y no ha decepcionado. Interpretado por la joven Emma Corrin, el personaje de Diana de Gales ha entrado por todo lo alto en la serie estrella de Netflix. La lujosa corona de la plataforma cuenta con un nuevo diamante. Más que un soplo de aire fresco, un torbellino que ha puesto patas arriba las vidas de los habitantes de Buckingham Palace y ha insuflado nuevo aires a la trama. Ni Olivia Colman ni Tobias Menzes, como la reina Isabel y su esposo Felipe. son ya los personajes centrales de la serie, sino que se han visto reforzados por todo un plantel de personajes secundarios. Desde el primer episodio, estaba muy claro que la llegada de Diana era uno de los eventos que no podían faltar en esta biografía de lujo a cargo de Peter Morgan. De la misma manera que entraba dentro de los previsible que este momento iba a reabrir viejas heridas en la familia real británica y que no les iba a gustar nada lo que aquí se contara, como parece que ha pasado.

Diana irrumpe en la serie tímidamente, en el arranque de la temporada, disfrazada como uno de los personajes de la shakesperiana El sueño de una noche de verano y escondida detrás de un gran macetón para observar a escondidas al príncipe Carlos (Josh O'Connor). Es el momento en que para ella se inicia ese cuento de hadas que al final se transformó en una pesadilla. Todos los que conocen su trágico destino no pueden evitar verse conmovidos al ver cómo se mete en la boca del lobo. Hay ocasiones en que la actriz parece el vivo retrato de la verdadera Diana y hasta imita sus gestos en las recreaciones que se hacen de las comparecencias públicas de la época. A medida que se suceden sus apariciones no tarda en convertirse en la robaescenas de la serie. Hay veces que parece que es ella la protagonista de la historia y no la Reina Isabel. Algo muy similar a la sensación que tenían los miembros de la familia real cuando Diana acababa acaparando la atención de todas las cámaras y les desplazaba en ser el centro de atención del evento. Hasta el personaje de la princesa Margarita, uno de los secundarios más interesantes hasta ahora, queda en un discreto segundo la plano durante casi toda la temporada. Afortunadamente, hay un episodio dedicado por entero hacia su personaje y en el que Helena Bonham Carter tiene ocasión de volver a lucirse y que es otro de los momentos más polémicos de la temporada, al mostrarnos un oscuro secreto familiar: qué se hace con aquellos de sangre azul que vienen al mundo con algún tipo de discapacidad.

El cuento de hadas se desvanece muy deprisa y pronto no tardan en surgir los problemas matrimoniales entre la pareja. Diana se ve atrapada en un matrimonio sin amor, con su marido eternamente fuera de casa y ella sola encerrada en su castillo que pese a su opulencia bien podría ser una mazmorra. Para colmo de sus males, al príncipe Carlos no se le ocurre otra cosa que enviar a Camila Parker para hacer compañía a Diana en esos momentos de soledad. Dicen que a Carlos de Inglaterra no le ha gustado nada la versión que se da de él en esta temporada, donde se le señala sin ningún reparo como el culpable del fracaso matrimonial. Al menos le queda el consuelo que su personaje fue uno de los mejores de la temporada anterior.

La cuarta temporada de la serie transcurre desde finales de la década de los 70 hasta principios de los 90 y que coincide con los años en los que Margaret Thatcher fue la primera ministra del Reino Unido. La serie siempre ha girado en torno a las relaciones de la monarca con aquellas figuras que ocuparon el cargo de primer ministro a lo largo de su reinado. Por lo que vemos en estos episodios, la relación con la Thatcher fue de todo menos cordial. La aparición de la Dama Hierro era otra de las grandes bazas de esta nueva temporada y que interpreta una Gillian Anderson que está en la cumbre de su carrera y que ha dejado muy atrás aquellos años en los que era la agente Scully de Expediente X. Su personaje es todo lo contrario al de Diana y, de hecho, la serie juega un poco con el contraste entre ambos personajes. En el segundo episodio se nos habla de la prueba del Balmoral, que consiste en pasar un fin de semana como invitado de la familia Real en su lugar de descanso. Es en Balmoral donde Diana se gana a los miembros de la realeza que dan todas sus bendiciones para que la boda se celebre y así alejar al Príncipe Carlos de su relación con Camila. Margaret Thatcher no solo no pasa la prueba, sino que su fracaso en esa mansión en la campiña es estrepitoso. Consciente de lo ocurrido, no duda en fulminar a todos aquellos miembros críticos de su gobierno para mostrar su poder ante la reina. Los guionistas son muy críticos con la figura de la Dama de Hierro subrayando los efectos que sus políticas tuvieron para las clases más desfavorecidas y sobre todo su intransigencia a la hora de dar su brazo a torcer. La temporada finaliza con la caída de la Thatcher al frente del gobierno británico que se nos cuenta en paralelo con el derrumbe del matrimonio entre Carlos y Diana hasta un punto en el que ya no hay vuelta atrás.

Si hay que poner un gran pero a esta temporada es que da la sensación de que pasa por encima de acontecimientos que son importantes. No hay ni una escena de la boda entre Carlos y Diana, del mismo modo que tampoco aparece el enlace entre el príncipe Andrew y Sarah Ferguson. Hay grandes saltos en la trama, omitiendo por ejemplo el momento en el que Diana decide buscarse sus propios amantes o las relaciones de la princesa con algunas de las leyendas del pop de la época. Pero en alguna entrevista se nos recuerda el motivo: la protagonista es la reina de Inglaterra y si esos acontecimientos no aparecen es porque no añaden nada a su historia.

Aunque en algún momento de este año se nos dijo que la serie tendría cinco temporadas, parece que Peter Morgan ha conseguido que Netflix la haya alargado a las seis que él tenía planificadas desde el primer momento. Si cada temporada abarca una década del reinado de la monarca, aún estamos a tiempo de que animen a hacer una séptima entrega. Mientras tanto, hay que ir preparándose para que el año que viene tengamos un nuevo relevo en el reparto, tal y como ya ocurrió en la tercera temporada. Un reemplazo que también afectará al personaje de Diana de Gales A Emma Corrin le sustituirá Elsabeth Debicki. Parece que su estrella se apagará aún antes que la de la tristemente desaparecida princesa del pueblo.