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Análisis

Sin ideas ni tiempo que perder

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, evidencia en el Debate sobre el Estado de la Ciudad falta de liderazgo y de proyecto político en un momento clave para impulsar la recuperación socioeconómica ante los daños causados por el coronavirus

La vicealcaldesa y el alcalde conversan durante el pleno del pasado jueves. pilar cortés

Durante casi una hora, la palabra fue suya. Como alcalde, Luis Barcala no disponía de límite de tiempo en el Debate sobre el Estado de la Ciudad, así que no tuvo que mirar el reloj ni una sola vez. Los demás sí que lo hacían. Y es que pasaban los minutos y no se escuchaban propuestas concretas del bipartito para hacer frente a la crisis por la pandemia del covid. Pasaban las hojas del discurso -que siguió escrupulosamente- y sólo se repetían mensajes ya oídos, como la defensa a ultranza de la gestión realizada desde el Ayuntamiento y los reproches continuos a lo realizado por administraciones de signo contrario, como el Gobierno central y la Generalitat.

Del futuro de Alicante, nada. Barcala, en su doble intervención durante el debate [la que abrió la jornada y la que puso el punto final a una sesión para olvidar], no precisó ni una sola iniciativa de cara a 2021. Se esperaba que, con la deuda municipal a cero y el Ejecutivo de Sánchez forzado a levantar la mano para que los gobiernos locales puedan hacer uso de sus ahorros, desvelara en qué va a consistir su hoja de ruta de cara al próximo año, concretando medidas que despertaran cierta ilusión, algo de esperanza entre tantos que ansían respuestas a sus dramas. Que son demasiados.

Pero no. Barcala no tiró ni de la «chuleta»: apenas citó en dos ocasiones, y de pasada, el dictamen aprobado por unanimidad en la Comisión para la Recuperación de Alicante celebrada entre prisas a mediados de año, tras el confinamiento. En la primera ocasión fue para recordar la unión que suscitó aquella cita; la última, para señalar que ese documento es uno de los tres ejes de trabajo en los que se basa su gestión. De eso presume. Ya saben.

Luego pasó a relatar una serie de vaguedades, recurriendo a lugares comunes en el discurso político de Alicante. Habló del nuevo PGOU (como hizo en 2019 y como hará en 2021, falta por ver si con algún avance), insistió en el Paseo Litoral (pese a que ningún tramo está en proceso ni siquiera de licitación), refrendó su apuesta por la peatonalización (aunque ni un solo metro de los espacios que se dejaron sin tráfico durante la desescalada sigue reservado permanentemente para el peatón), avanzó la rehabilitación de más barrios de la ciudad sin dar ni un solo nombre, recuperó el compromiso del futuro Centro de Congresos (del que se habla sólo de año en año), rescató su proyecto de «Alicante futura» sin más propósito que evitar que caiga aún más en el olvido, aludió a la mejora de la limpieza viaria (obviando que la polémica contrata tendrá que seguir vigente más allá de septiembre de 2021 ante la incapacidad del gobierno municipal de sacar en tiempo y forma la licitación del servicio) y enfatizó la idea de captar fondos europeos mientras el bipartito anda enfrascado a estas alturas del mandato en el proceso de externalización de un servicio que fue promesa electoral.

Así que, entre tantos espacios conocidos, Barcala no anunció ni una iniciativa concreta que vaya a incluir en unos Presupuestos municipales de 2021 que debería aprobar en mes y medio si no quiere faltar a su palabra una vez más. Y es que hablando de cuentas, el regidor prefirió repartir críticas -más o menos forzadas- entre los Presupuestos de la Generalitat y del Estado para 2021 que desgranar su apuesta a nivel local para un año que será clave en la recuperación socioeconómica de la ciudad tras la pandemia de covid.

Sólo hubo un guiño al respecto, fugaz y somero, mientras recordaba las últimas subvenciones a pymes: «Ya les anticipo que en 2021 se habilitarán fondos para dar continuidad a las ayudas». Eso y prou. Y no será por falta de ideas aceptadas por todos: el dictamen de la Comisión para la Recuperación recoge 105 iniciativas de carácter sanitario, social, económico, turístico y de convivencia urbana. Unas de ejecución inmediata, otras pensadas a medio plazo y algunas con la vista puesta en el largo recorrido. Ese centenar de ideas permanece -casi inédito- a la espera de partidas presupuestarias y, sobre todo, de iniciativa política desde hace casi medio año. De hecho, la cuarta modificación de las cuentas, que el bipartito anunció para finales de julio, buscaba impulsar las ejecución de las primeras de esas propuestas. Cuatro meses después de la fecha prevista, el texto que se llevará a pleno el jueves incluye un millón para nuevas mascarillas, otro para reforzar la limpieza de colegios y 17.500 euros para una escultura de recuerdo a los fallecidos por la pandemia en Alicante. ¿Y qué hay del refuerzo de los servicios sociales, de diversificar los recursos para los más vulnerables, de crear plazas en centros de día, de fomentar la conciliación, de la revisión fiscal, de impulsar la digitalización del comercio y de mejorar la movilidad personal y la red ciclista? Habrá que seguir esperando. El tiempo dirá si, cuando el bipartito despierte, ya no será demasiado tarde para Alicante.

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